El cheque al portador, como su nombre lo indica, se emite sin un beneficiario en concreto, siendo la persona que lo tiene en su poder la que será capaz de cobrarlo. Es uno de los tipos de cheques menos recomendados, ya que resulta inseguro y peligroso ante perdida o robo, ya que la persona que lo tiene en su poder cuenta con poder sobre acciones judiciales.
El cheque al portador puede ser traspasado a un tercero, convirtiéndose este último en el beneficiario del mismo, quien puede depositarlo en el banco correspondiente al que se ha emitido. Además, puede ser cruzado, limitando el banco a cobrar.
Cómo comentamos antes, uno de los grandes problemas es el robo y extravío de este tipo de cheques, ya que, al no estar dirigido a una persona en particular, cualquiera que lo tenga en su poder tiene potestad para poder cobrarlo. En caso de que el cheque haya sido extraviado, se debe realizar la denuncia del mismo de forma inmediata ante el banco emisor y evitar que si la persona que lo tiene en su poder va cobrarlo no pueda hacerlo.
En caso de que una persona obtenga un cheque al portador por mala fe, este no será su dueño legítimo, pero si esta misma persona lo entrega a otra, este se lo considera tercero de bueno, pudiendo cobrar el cheque.